martes, 1 de enero de 2008

PALABRAS DE GUILLERMO TEILLIER AL DESPEDIR A CRISTINA CARREÑO

Cristina Carreño Araya fue trasladada el domingo por la mañana desde la sede de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos hasta el memorial del detenido desaparecido y ejecutado político, en el Cementerio General de esta capital.
Miles de personas marcharon junto al pequeño féretro con esta nueva heroína de la historia chilena, una muchacha de 33 años que fuera secuestrada, torturada hasta la muerte y lanzada al mar en el marco de la Operación Cóndor en Argentina.
Sus compañeros, militantes y las direcciones del PC y la Jota la despidieron en el camposanto en palabras del Presidente del Partido Comunista de Chile, Guillermo Teillier, quien expresó:
“A nombre del Partido Comunista de Chile y de las Juventudes Comunistas de Chile venimos a rendir homenaje a una joven comunista, Cristina Carreño, que superó el miedo que imponía el terror de Estado, para contribuir con amor y entrega a la misma causa que tan dignamente abrazara su padre. Alfonso Carreño, asesinado por la dictadura en los subterráneos de la Academia de Guerra de la Fuerza aérea de chile en julio de 1974.
Cristiana, cuando conoció este hecho tan doloroso para su madre Elsa Araya, su familia y su Partido era miembro del Comité Central de las JJCC y del Comité Regional Cordillera y desde ese momento volcó toda su actividad a la solidaridad con los presos políticos, para que no sufrieran el mismo destino que su padre. No podía imaginar entonces que 4 años más tarde, en julio de 1978, sería secuestrada en Buenos Aires por la más siniestra organización internacional del crimen político, instalada y asesorada por los centros de inteligencia y de poder norteamericanos, con el concurso de sus dictadores predilectos: Alfredo Stroessner, de Paraguay y Augusto Pinochet, de Chile, a los que muy pronto se sumaron Jorge Rafael Videla en Argentina, Hugo Banzer en Bolivia y José María Bordaberry, a los que habían precedido los militares golpistas en Brasil.
Esta verdadera coordinadora del crimen se llamó Operación cóndor y tenía por finalidad evitar que los luchadores antifascistas pudieran obtener asilo en terceros países o viajar a solicitar la solidaridad de los pueblos para con las víctimas de estas dictaduras. Existía el propósito de impedir que se conociera en el mundo la verdad de lo que estaba ocurriendo, verdad que era tan bien ocultada por la prensa de la época y que cínicamente negaban los representantes diplomáticos de los dictadores. También buscaban eliminar a personas que pudieran convertirse en líderes en la lucha contra las dictaduras como ocurrió con el general Carlos Prats y su esposa, con Orlando Letelier, con Bernardo Leighton.
La consigna general era detener, torturas, asesinar y hacer desaparecer sin dejar rastros a ciudadanos de terceros paìses a requerimiento de los dictadores. Diez mil muertes se atribuyen a la operación Cóndor, que en su inmensa mayoría han pasado a formar parte de los más de 50 mil detenidos desaparecidos por las dictaduras del Cono Sur y de las 400 mil víctimas causadas en América Latina y el Caribe, sin contar a los torturados, ni a los exiliados por los golpes militares, acciones encubiertas o intervenciones directas, fraguadas todas en los Estados Unidos.
Desde mediados del siglo XX una política genocida traspasó a nuestra América, blandida como una espada sangrienta por el imperio del norte.
Bajo el concepto ideológico de la Guerra Fría que ellos mismos inventaron, adoctrinaron a los oficiales de los ejércitos, compraron a políticos y generales, financiaron medios de comunicación, a grupos de ultra derecha, organizaron crímenes de militares y gobernantes leales a la Constitución y a sistemas democráticos formales, sabotearon, desestabilizaron y construyeron una inmensa red de mentiras, todo con el fin de eliminar a comunistas e izquierdistas, a personeros de sectores progresistas, a dirigentes sociales, incluso representantes de credos religiosos que se oponían a tales crímenes de lesa humanidad.
Pensaban que con este horror, con este exterminio de seres humanos, podrían detener la historia. No lo han logrado ni lo lograrán siquiera por un segundo porque existen millones de jóvenes en Chile y en América, como nuestra querida Cristina Carreño, quien se nos presenta hoy como un símbolo de que la entrega y el sacrificio que nos brindaron tantos compatriotas y hermanos latinoamericanos, con heroísmo y con pasión en la búsqueda de un mundo mejor, no fue en vano.
De nuevos los pueblos de América se levantas libres y soberanos en pos de su destino, como lo señalaran Allende y el Che.
Sé que la juventud chilena acogerá con orgullo y alegría este símbolo claro y honesto. En especial las jóvenes y entre ellas, las jóvenes comunistas.
Y todos nosotros, en su honor y en su recuerdo, reafirmamos nuestra lucha por la verdad y la justicia, contra la impunidad y por cambiar todo el nefasto andamiaje de exclusión, de discriminación, de injusticia, de falta de democracia, de desigualdad y atropellos a los derechos humanos en su más amplia acepción que dejó establecida la dictadura y que aún, por falta de voluntad política o de compromisos con el sistema, persiste en nuestra patria.
A Cristina, nos la devolvió el mar, hermosa como una caracola nerudiana, que si la ponemos en nuestro oído escucharemos el canto infinito de la alegría de unir y de luchar por nuestro pueblo.
Nos la devolvió también como una voz de alerta porque hoy, de nuevo, las mismas oscuras fuerzas reaccionarias de ayer, pretenden repetir antiguos esquemas de odio y desestabilización para revertir los procesos nacionales y democráticos que se producen en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros países para los que es imprescindible entregar nuestra solidaridad con la máxima decisión.
Como vez, Cristina, vuelves a tu patria en un momento muy especial para nuestra América y también para chile donde crece la movilización social. Ten por seguro que estarás presente en las más diversas batallas de los trabajadores, de las mujeres, de nuestros pueblos originarios, de los estudiantes, de los pobladores, de los campesinos, en que los jóvenes jugarán un rol de gran relevancia, mirando el futuro tal como lo has hecho tú en un momento distinto y crucial.
Recibe, Cristina, este sencillo homenaje de tu Partido, que nos nace de lo más profundo, junto a tu familia, tan especial y apreciada por nosotros. Homenaje que no termina con estas palabras, continúa en la acción y en la práctica diaria siguiendo tu ejemplo y de manera muy especial se plasma en el compromiso de las Juventudes Comunistas de Chile que me han conferido el honor de anunciar su decisión de otorgar a Cristina Carreño la Medalla Ricardo Fonseca, la máxima distinción que confiere a sus militantes. Honor y gloria a Cristina Carreño, comunista chilena ejemplar, en tu nombre Mil veces Venceremos.





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