lunes, 19 de mayo de 2008

LA ESTANFLACION Y SUS AMENAZAS


La inflación se ha reactivado en Chile. Mientras en los doce meses anteriores a Marzo 2007 el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió en 2,6%, en los doce meses siguientes, hasta Marzo del 2008, se aceleró al 8,5%, el doble de la meta fijada por el Banco Central. En Marzo hubo aumentos en matrículas y costos escolares que que aumentaron el descontento estudiantil. El peor es el grupo alimentos del IPC. Estos tienen una participación de 44% pero supone el 100% del gasto de los indigentes y el 50% de los pobres. Su precio se incrementó en un 18,2% en 12 meses; frutas y verduras, 35,3%; pan, cereales y productos para cóctel, 18,2%. Esto significa que muchas personas bajaron de la línea de pobreza oficial.También hubo fuertes alzas en servicios básicos (27,2%) y dentro de ellos en electricidad (56,5%), en medicamentos, incluso en los artículos importados que, por la baja del dólar, debieran estar más baratos. FONASA aumentó los costos a sus afiliados y las ISAPRES anuncian una segunda alza general en los planes de salud, del 9%, además del reajuste de Marzo. Con razón una encuesta publicada por El Mercurio revela que Chile es uno de los países más caros de Latinoamérica en productos y servicios básicos, mientras Argentina y Venezuela están entre los más baratos.La inflación viene acompañada con estancamiento económico (estanflación). Varias empresas han cerrado y trasladado sus instalaciones al Perú (Ceràmicas Cordillera, General Motors). Algunas plantas madereras paralizaron como consecuencia de la crisis hipotecaria en EE.UU. Apareció la primera bancarrota en el área financiera, con repercusiones en los bancos (corredora Alfa, la sexta más grande, acusada de prácticas ilegales). Asimismo, Asimet anunció que Marzo arrojó el peor resultado de los últimos quince meses. En la construcción, las inmobiliarias afirman que la velocidad de venta es la más baja en 8 años. A lo anterior se agrega una fuerte sequía que afecta a más de 200 comunas y cuatro regiones del país, mientras pende la amenaza de un racionamiento eléctrico. La cesantía tenderá a agravarse.Debe recordarse que el Banco Central aseguraba que controlando la inflación, abriendo la economía al exterior y cobrando bajos impuestos, venía el crecimiento económico de la mano mágica del mercado. Sin embargo, desde la crisis asiática de 1998, la economía perdió el dinamismo anterior. Y no lo ha recuperado. Por su parte el Ministro de Hacienda se limita a colocar el gigantesco superávit fiscal (8% del PIB en 2006 y 2007) en los mercados financieros, sin planificar, al menos en parte, el uso de esos recursos en el aumento de la capacidad productiva y social que hace falta.Por su lado la derecha económica pretende obtener reformas para mantener o acrecentar sus ganancias. Si bien existen sectores que han desmejorado su situación, las empresas más grandes siguen rentables. El 57% de las 500 sociedades que entregaron sus balances a la SVS, mejoró sus resultados en 2007, pese al aumento de sus costos. En el primer trimestre del 2008 no pocas de ellas vuelven a mostrar rentabilidades espectaculares. Sus propuestas de flexibilidad laboral y nuevas franquicias tributarias, así como la mayor “autonomía” de las pocas empresas del Estado, no harían más que traspasarles nuevos recursos e ingerencia para profundizar el modelo económico responsable de la crisis. Un ejemplo de la autonomía que se pretende la han mostrado los ejecutivos de Codelco con respecto al gobierno en el tema de la subcontratación, haciendo caso omiso de sus responsabilidades sociales como empresa pública. Salvo los trabajadores que por contratos colectivos tienen derecho a un reajuste oportuno, la inmensa mayoría de los asalariados ya ha debido recortar sus gastos básicos. Los pensionados, jubilados y montepiadas, del INP, recibieron un reajuste de poco más del 2% por una vez en el año, reajuste que se está haciendo humo con las alzas de esos meses. En cuanto a los jubilados de las AFP ni siquiera tienen reajuste por IPC. En este contexto, los trabajadores tienen derecho a reajustes acordes con el aumento de la carestía de la vida, especialmente en los sectores que están ganando con la crisis o en aquellos que vienen ganando hace años. No es aceptable eludir las consecuencias de la crisis exterior, afirmando que se trata de un problema internacional. Hay que recordar la vulnerabilidad en que las políticas neoliberales fueron dejando al país. En efecto, al promover una apertura comercial y financiera sin límites, las elites económicas son responsables de la crisis de inflación y de pérdida de dinamismo. Su origen se encuentra en el uso ineficiente que hacen de los recursos. Los dueños de la extrema riqueza concentran enormes sumas destinadas a la especulaciòn o a la volátil rentabilidad financiera, pero no a satisfacer las necesidades de la gente. La crisis se traspasa hoy más fácilmente por las fronteras, desde que se eliminaron los controles a los flujos internacionales de mercancías y de capitales.La depresión económica internacional se ensaña contra quienes se hacen cada vez más dependientes de actores internacionales dominantes. La lenta expansión productiva chilena se agravó con la crisis financiera y crediticia iniciada en EE.UU., reconocida como una de las más graves de los últimos cincuenta años. Esa crisis está llevando a una reducción de la actividad productiva en ese país con repercusiones en todo el mundo. De la misma forma, la inflación proviene de la debilidad de nuestra estructura productiva, sensible a los mercados internacionales. A pesar que el dólar barato debía reducir el costo de las importaciones, la inflación se trasmite por el precio del petróleo y por el precio de los alimentos. Para el secretario general de las Naciones Unidas, el alza de los alimentos se transformó en una crisis mundial. Entre 2005 y 2007, el precio medio de los alimentos aumentó en un 75%, el mismo porcentaje en el que disminuyeron en las tres décadas anteriores.El precio mundial de los alimentos está relacionado con la escasez de energía, de agua y con el calentamiento global, que son resultados de la globalización neoliberal. En vez de asegurar las necesidades alimenticias, casi todo el aumento de la producción mundial de maíz en el cuatrienio 2004-2007 se destinó a los agro-combustibles, sobre todo a los EE.UU. Además, en los precios de los alimentos, influye el costo del petróleo, de las sequías y de las inundaciones. Los fenómenos climatológicos están asociados con el calentamiento de la tierra impulsado por las naciones más ricas. Debemos entonces frenar los excesos de la globalización priorizando el aumento de en capacidad productiva, para depender menos del exterior. Por ejemplo, hoy tenemos que importar la mitad de nuestro consumo de trigo, maíz y arroz, existiendo las condiciones para autoabastecernos. En vez de subsidiar plantaciones de pinos y eucaliptos, conviene promover los cultivos de frijoles y otras leguminosas, ricos en proteínas que hoy están decaídos. Se debe desestimular las exportaciones de lácteos y carnes si hay escasez y carestía en el mercado interno. El Estado debe utilizar poderes compradores para apoyar a los campesinos y a los pequeños y medianos agricultores, a la agricultura ecológica. Hay que revocar la privatización de aquellas fuentes acuíferas que son vitales para la producción de alimentos y establecer una repartición más equitativa de sus usos. Por otro lado, la crisis de los hidrocarburos hay que enfrentarla con un plan general de eficiencia energética, gravando el uso de vehículos y máquinas que consumen en exceso, así como promoviendo firmemente las energías no convencionales. En materia energética y alimenticia un acuerdo de complementación con Bolivia, Venezuela y demás países hermanos sería beneficioso para todos. El problema del transporte urbano de Santiago requiere la expansión del Metro, de las ciclo vías y otros medios ahorradores de energía y contaminación. También Santiago necesita límites a su desorbitado crecimiento y una efectiva desconcentración económica hacia las regiones. Se debe mejorar la productividad de nuestros recursos humanos eliminando el lucro con las subvenciones y mejorando la educación pública. Los monopolios y oligopolios traspasan y aprovechan cualquier incremento de costos para mantener ganancias exorbitantes. Hace falta entonces mayor control sobre los cobros en medicamentos y en las matrículas, sobre las comisiones injustificadas de bancos, grandes tiendas, supermercados. Debe aplicarse un IVA menor a los productos básicos y superior a los artículos suntuarios. En regiones las remuneraciones deben regirse por los IPC regionales.En conclusión, el saqueo de la naturaleza y la especulación financiera están haciendo crisis. La salida, al contrario de los que proponen las elites económicas, requiere traspasar recursos que actualmente están en manos de los ganadores de la crisis hacia sus víctimas. Reducir las desigualdades con cargo a la extrema riqueza es punto central de una nueva estrategia. Si el modelo actual ha sido incapaz de generar empleos, decentes, estables, socialmente justos y ambientalmente sanos, es tiempo de dar la oportunidad a otra alternativa. Chile debería basar su crecimiento en el control de nuestros recursos naturales, en nuestros pequeños productores en inversiones productivas y sociales, en estrecha cooperación y complementación con los pueblos hermanos del continente, en lugar de depender de una globalización cuyo fracaso arrastra a millones de seres en todo el mundo. Jan Cademartori D, Profesor de Macroeconomía, UCN y José Cademartori I., Ministro del Presidente Allende y miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.

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