martes, 18 de diciembre de 2007

LA HISTORIA DE HACE 100 AÑOS

1907 mientras transcurría el periodo presidencial de Pedro Montt. Las faenas se paralizaron, tras el manifiesto deseo de trabajadores de conseguir mejoras en sus condiciones de vida y laborales, las cuales eran deplorables. Entre sus peticiones estaban la eliminación del pago con fichas, jornales a tipo de cambio fijo, balanzas para los pesos y medidas para las pulperías, escuelas para los obreros, indemnización y desayuno.
El 10 de diciembre de 1907 los huelguistas paralizan las actividades de la salitrera "San Lorenzo" y el paro se ampliaba a otras de "Alto San Antonio", iniciando la "Huelga de los 18 peniques". Este nombre se debe a que los jornaleros pedían el pago de salarios a este tipo de cambio. La numerosa columna de huelguistas de Alto San Antonio llegó a Iquique portando banderas de Chile, Perú, Bolivia y Argentina, alojándose en el hipódromo de este puerto.[1]
A este movimiento se sumaron otras oficinas salitreras, entrando en huelga también casi todo el comercio e industria del norte del país.
Más trabajadores en paro viajaron a la ciudad de Iquique, llegando el 16 de diciembre. Seis mil de los huelguistas acamparon en la escuela Santa María. A medida que avanzaba la huelga, más y más pampinos se unían a ella, llegándose a estimar que para el 21 de diciembre eran cerca de 10.000 (algunos incluso estiman 14.000) A los pocos días de haber llegado, este gran conglomerado de trabajadores estaba reunido en la plaza Manuel Montt y en el establecimiento de la Escuela Santa María, pidiendo al gobierno que actuara de mediador con los patrones de las firmas salitreras extranjeras (ingleses) para solucionar sus demandas. Lamentablemente los patrones se negaban a negociar debido a que los obreros aún no reanudaban sus actividades.
Luego llegan órdenes de Santiago para que los manifestantes abandonaran la ciudad y regresaran a las salitreras. Los manifestantes se rehusaron, pues intuían que si regresaban a sus labores, sus peticiones serían ignoradas. El 21 de diciembre, el general Roberto Silva Renard, máxima autoridad militar de Tarapacá, actuó sobre la escuela Santa María con soldados del regimiento O’Higgins y el apoyo de las ametralladoras del crucero Esmeralda.
Frente a la creciente tensión que había ya entre los grupos, el 20 de diciembre de 1907 los dirigentes efectuaron una reunión con el intendente Carlos Eastman Quiroga. Mientras la reunión se efectuaba en la oficina salitrera Buenaventura, un grupo de obreros con sus familias trataron de abandonar el lugar y fueron acribillados en la línea férrea. Como resultado de esta acción 6 obreros murieron y los demás terminaron heridos.
El 21 de diciembre de 1907 se efectuaron los funerales de los obreros, e inmediatamente después de concluir las ceremonias se les ordenó a todos los trabajadores que abandonaran las dependencias de la escuela y sus alrededores y se trasladaran a las casuchas del Club Hípico (Hipódromo). Los obreros se negaron a ir, temiendo ser cañoneados por los barcos que apuntaban el camino que deberían recorrer hacia el Club Hípico.

Relación del general Roberto Silva Renard acerca de la masacre. Colección del Archivo Nacional de Chile.
Así pasaron varios días de negociaciones sin ningún resultado, ya que los dueños de las salitreras decían que solo negociarían cuando los trabajadores regresaran a sus labores. Por otro lado, éstos decían que si aceptaban el trato, sus peticiones serian ignoradas y sus condiciones de vida serian las mismas.
Tras la negativa, las autoridades declararon el Estado de Sitio. Las libertades constitucionales fueron suspendidas gracias a un decreto del intendente que se hizo publicar en la prensa escrita.
El General Roberto Silva Renard junto al Coronel Ledesma tenían la misión de desalojar a los trabajadores en huelga. Se señaló a los dirigentes del comité de trabajadores que si no salían del edificio abrirían fuego contra ellos. Ante la negativa de éstos, el jefe militar ordenó a los soldados disparar. La multitud, desesperada y buscando escapar, se arrojó sobre la tropa y ésta repitió el fuego al que se le añadió el de las ametralladoras. Producto de esta acción murieron 195 personas y quedaron 390 heridos, según datos de Nicolás Palacios, testigo de la matanza. Otras fuentes contabilizan 3.600 muertes
Los sobrevivientes de la matanza con posterioridad fueron llevados literalmente a sablazos hasta el local del Club Hípico, y desde allí a la pampa , donde recibieron un trato deplorable.
El impacto social que produjo este acontecimiento obligó al gobierno de la época a dictar leyes sociales para comenzar a mejorar las condiciones laborales de los obreros.
El Gral. Silva Renard solo ejecutó la orden de desalojo, pero el que dio la orden de disparar fue el Ministro del Interior Rafael Segundo Sotomayor Gaete. De las víctimas fatales, cerca del 60% eran peruanos y bolivianos.

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